Hoy, 28 de Marzo, es Jueves Santo, el día en el que Jesús celebró la Última Cena con sus apóstoles e instituyó dos sacramentos para salvación de la humanidad: la Eucaristía y el Orden Sacerdotal.
El Jueves Santo es la «puerta de entrada» al Triduo Pascual, es decir, es el «inicio» del periodo más importante de la Semana Santa en el que conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor.
Nos decía el Papa Francisco en la audiencia general del 31 de marzo de 2021: «La tarde del Jueves Santo, entrando en el Triduo pascual, reviviremos la Misa que se llama in Coena Domini, es decir la Misa donde se conmemora la Última cena, lo que sucedió allí, en ese momento. Es la tarde en la que Cristo dejó a sus discípulos el testamento de su amor en la Eucaristía, pero no como recuerdo, sino como memorial, como su presencia perenne. Cada vez que se celebra la Eucaristía… se renueva este misterio de la redención».
La Misa de la Cena del Señor es la celebración central del Jueves Santo, pero no es la única que se lleva a cabo, como veremos a continuación.
Celebraciones litúrgicas del Jueves Santo
Cada Jueves Santo se celebran dos misas muy importantes.
En la mañana se celebra la llamada Misa Crismal, en la que se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos que serán usados en los sacramentos de iniciación. Por la tarde -como recordaba el Papa- se realiza la Misa de la Cena del Señor, acto central del día.
En la Misa Crismal, además, se realiza la renovación de las promesas sacerdotales de todos los sacerdotes incardinados en una diócesis frente al obispo local.
La Misa de la Cena del Señor, a ser celebrada en la tarde, se conmemora la última Pascua que Jesús pasó con los apóstoles, Pascua que quedaría «redefinida» a partir del sacrificio de Cristo en la Cruz.
Un mandamiento nuevo: la Misa de la Cena del Señor
La Iglesia Católica conmemora el Jueves Santo con una celebración eucarística muy especial. En ella, el sacerdote realiza, a imitación de Cristo, el lavatorio de pies a doce personas de la asamblea -cada uno de ellos representa a uno de los apóstoles-.
Con este gesto, es Jesús mismo quien se pone enfrente de los hombres, haciéndose paradigma, modelo y medida de amor a través del servicio: «Si, pues, Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis unos a otros lavaros los pies, porque os he dado el ejemplo, para que hagáis como Yo os he hecho» (Jn 13, 14-15).
Entonces, estando nuestros ojos fijos en el Maestro, escuchamos que nos dice: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros: para que, así como Yo os he amado, vosotros también os améis unos a otros» (Jn 13, 34). Del Señor recibimos el «mandamiento nuevo» de la caridad, la «propuesta más grande», el reto más elevado -iniciativa de Dios a la que podemos responder cooperando con su Gracia desbordante-.
Hace algunos años, en conversación con ACI Prensa, el P. Donato Jiménez, OAR, recordaba que durante el Jueves Santo debemos aprovechar la oportunidad de reconciliarnos con el prójimo, interiorizando la enseñanza de Jesús sobre la caridad. El sacerdote recordaba también que mucha gente acude a la Eucaristía central del día, la Misa de la Cena del Señor, «por un acto de fe», cosa que está bien, pero a la que hay que añadir «un corazón dispuesto a encontrar el sentido del amor al prójimo».
Lo que no debemos perder de vista: la vida sacramental
Por otro lado, no debemos perder de vista que hoy celebramos que Cristo instituyó el Sacramento del Orden Sacerdotal, junto al Sacramento de la Eucaristía.
Eso quiere decir que Jesús estableció un antes y un después para la vida de la Gracia que cada uno tiene que cultivar. Lo hizo cuando partió el pan durante la Última Cena y dice a sus apóstoles: «Hagan esto en memoria mía». En palabras del P. Jiménez, «en este día Jesús deja su testamento: la Eucaristía, el sacerdocio y el mandato de amarnos los unos a los otros».