Cada 18 de abril la Iglesia Católica recuerda al Beato José Moreau, presbítero y mártir francés, quien murió guillotinado por odio a la fe durante la Revolución Francesa. Como él, muchísimos católicos padecieron la persecución y el martirio.
José Moreau nació en Saint-Laurent-de-la-Plaine (Francia) en 1763. Fue ordenado sacerdote y llegó a ser párroco de la ciudad donde nació, en la diócesis de Angers. Instaurada la Primera República tras la Revolución Francesa, se sucedieron varias olas de violencia, incluyendo las dirigidas contra los católicos.
Un Viernes Santo, a la espera del Domingo de Resurrección
Tanto a los clérigos como a los religiosos se les obligaba a jurar la denominada “Constitución Civil del Clero” y, con ello, someterse irrestrictamente al poder político anticlerical. Como el beato se negó a juramentar, fue arrestado. Un tiempo después pudo ser liberado gracias a la intervención del ‘Ejército católico y real de Vandea’ (Vendée, Loira, Francia), que aglutinaba a las diversas fuerzas antirrevolucionarias. Lamentablemente el P. Moreau volvió a ser detenido cuando retomaba su labor pastoral, y enviado nuevamente a prisión. Al cuestionar la proclama revolucionaria de “libertad e igualdad” y negarse por segunda vez a jurar la abusiva Constitución fue condenado a muerte.
El 18 de abril de 1794, día de Viernes Santo, el P. Moreau fue llevado a la plaza principal de Angers y fue guillotinado públicamente. En el Martirologio romano puede leerse en el propio del día: “En Anjou, en Francia, beato José Moreau, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa fue degollado un Viernes Santo en odio a la fe cristiana (1794)”.
100 mártires
José Moreau fue beatificado el 19 de febrero de 1984 por San Juan Pablo II, dentro del grupo de los ’99 mártires de la diócesis de Angers’. Ese día, después del rezo del Ángelus, el Santo Padre dijo:
«Hoy he tenido el gozo de elevar al honor de los altares a un numeroso grupo de nuevos Beatos, mártires: 99 de ellos pertenecen a la diócesis del Oeste de Francia y sufrieron el martirio en Angers: durante la Revolución Francesa aceptaron la muerte para conservar «su fe y su religión» y para manifestar su adhesión a la Iglesia católica romana; eran sacerdotes, religiosas, hombres y, en su mayor parte, mujeres. Supieron seguir a Cristo por el camino doloroso de la cruz».El mártir que completó la centena aquel día fue Juan Bautista Mazzucconi, asesinado en Oceanía, en 1855.
“El Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mt 16, 27).