#EvangelioDelDomingo | Hoy, somos testigos de la historia de un ciego que, en medio de su necesidad, reconoce en Jesús al único capaz de transformarlo. Su grito de fe: «Hijo de David, ten misericordia de mí», revela una confianza profunda y sincera que, a pesar de los obstáculos, no se detiene. Nos enseña que cuando clamamos con fe, Jesús escucha y se detiene en nuestro camino para brindarnos su amor y sanación.
Este encuentro nos recuerda que el discipulado empieza con la apertura del corazón. Al igual que Bartimeo, estamos llamados a buscar a Jesús, confiando en que Él escucha nuestras súplicas. Dejemos que este ejemplo de fe nos inspire a responder con valentía a su llamado, a levantarnos y seguirlo, convirtiéndonos también en testigos de su amor y misericordia para otros.