Más de 30 obispos de Colombia; cardenales; el nuncio apostólico en el país, monseñor Paolo Rudelli; unos 300 sacerdotes; diáconos permanentes; religiosos y religiosas; seminaristas; familiares; autoridades civiles, militares y de policía, así como la comunidad en general, se congregaron en la Catedral Primada de Colombia para dar el último adiós al cardenal Pedro Rubiano Sáenz, quien falleció el pasado 15 de abril en Bogotá, dejando una profunda huella, tras más de 68 años de ministerio comprometido, desde un apostolado misionero.

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La ceremonia fue presidida el señor cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia. Entre cánticos litúrgicos y oraciones, se evocaron los innumerables momentos de servicio y dedicación del cardenal Sáenz hacia la Iglesia y la sociedad colombiana.

En su homilía el cardenal Rueda recordó y agradeció a Dios la vida de servicio y entrega del cardenal Sáenz, quien desde su ordenación sacerdotal hasta sus últimos días de enfermedad, fue testimonio del tesoro del amor y la misericordia del Padre. “Desde su infancia escuchó la voz del Señor, que en el ambiente de su familia lo llamó, como llamó a sus primeros discípulos “Sígueme”, así, un día, se postró en el suelo, ante el altar del Señor para ser ordenado sacerdote, recibió la ordenación Sacerdotal de manos de monseñor Julio Caicedo y Téllez, el 8 de julio de 1956 en la capilla del Seminario de San Pedro en Cali”.

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Además, destacó los frutos del ministerio del cardenal Sáenz, tanto en su labor episcopal como en la creación de diversas iniciativas pastorales y sociales en beneficio de la Iglesia y la sociedad colombiana. Finalmente, se expresó gratitud por su vida y misión apostólica, y animó a seguir esperando en el Señor, confiados en que su legado perdurará en la memoria del pueblo fiel y que ahora descansa en la casa del Padre: 

“La historia contará, de manera completa, el legado de sus obras. Su misión apostólica será motivo de gratitud del Pueblo fiel de Dios, y su esperanza lo llevará a la casa de Dios nuestro Padre, donde se colmarán todos los anhelos de su vida, que fueron muchas veces expresados en su salmodia:  Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida,  espera en el Señor, querido hermano Pedro Rubiano Sáenz,  sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. (Salmo 26)”.

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Los restos del cardenal Pedro Rubiano Sáenz fueron llevados en procesión, hacia la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, situada en el interior de la Catedral Primada de Colombia. Este trayecto, marcado por la reflexión y el recogimiento, simbolizó el último adiós de la comunidad hacia quien fue una figura destacada en la vida religiosa y social del país.

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Una vez llegados a la capilla, los restos del Cardenal Sáenz fueron puestos con respeto y devoción, en este lugar sagrado y bajo la protección de la Virgen de los Dolores.  El legado y la memoria del Cardenal Sáenz perdurarán por siempre, siendo recordados y honrados por generaciones venideras.

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